Más allá
I
(El alma vuelve al cuerpo,
Se dirige a los ojos
Y choca.) —¡Luz! Me invade
Todo mi ser. ¡Asombro!
Intacto aún, enorme,
Rodea el tiempo. Ruidos
Irrumpen. ¡Cómo saltan
Sobre los amarillos
Todavía no agudos
De un sol hecho ternura
De rayo alboreado
Para estancia difusa,
Mientras van presentándose
Todas las consistencias
Que al disponerse en cosas
Me limitan, me centran!
¿Hubo un caos? Muy lejos
De su origen, me brinda
Por entre hervor de luz
Frescura en chispas. ¡Día!
Una seguridad
Se extiende, cunde, manda.
El esplendor aploma
La insinuada mañana.
Y la mañana pesa.
Vibra sobre mis ojos,
Que volverán a ver
Lo extraordinario: todo
Todo está concentrado
Por siglos de raíz
Dentro de este minuto,
Eterno y para mí.
Y sobre los instantes
Que pasan de continuo
Voy salvando el presente,
Eternidad en vilo.
Corre la sangre, corre
Con fatal avidez.
A ciegas acumulo
Destino: quiero ser.
Ser, nada más. Y basta.
Es la absoluta dicha.
¡Con la esencia en silencio
Tanto se identifica!
¡Al azar de las suertes
Únicas de un tropel
Surgir entre los siglos,
Alzarse con el ser,
Y a la fuerza fundirse
Con la sonoridad
Más tenaz: sí, sí, sí,
La palabra del mar!
Todo me comunica,
Vencedor, hecho mundo,
Su brío para ser
De veras real, en triunfo.
Soy, más, estoy. Respiro.
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda. ¡Salve!
II
No, no sueño. Vigor
De creación concluye
Su paraíso aquí:
Penumbra de costumbre.
Y este ser implacable
Que se me impone ahora
De nuevo —vaguedad
Resolviéndose en forma
De variación de almohada,
En blancura de lienzo,
En mano sobre embozo,
En el tendido cuerpo
Que aun recuerda los astros
Y gravita bien— este
Ser, avasallador
Universal, mantiene
También su plenitud
En lo desconocido:
Un más allá de veras
Misterioso, realísimo.
III
¡Más allá! Cerca a veces,
Muy cerca, familiar,
Alude a unos enigmas.
Corteses, ahí están.
Irreductibles, pero
Largos, anchos, profundos
Enigmas —en sus masas.
Yo los toco, los uso.
Hacia mi compañía
La habitación converge.
¡Qué de objetos! Nombrados,
Se allanan a la mente.
Enigmas son y aquí
Viven para mi ayuda,
Amables a través
De cuanto me circunda
Sin cesar con la móvil
Trabazón de unos vínculos
Que a cada instante acaban
De cerrar su equilibrio.
IV
El balcón, los cristales
Unos libros, la mesa.
¿Nada más esto? Sí,
Maravillas concretas.
Material jubiloso
Convierte en superficie
Manifiesta a sus átomos
Tristes, siempre invisibles.
Y por un filo escueto,
O al amor de una curva
De asa, la energía
De plenitud actúa.
¡Energía o su gloria!
En mi dominio luce
Sin escándalo dentro
De lo tan real, hoy lunes.
Y ágil, humildemente,
La materia apercibe
Gracia de Aparición:
Esto es cal, esto es mimbre.
V
Por aquella pared,
Bajo un sol que derrama,
Dora y sombrea claros
Caldeados, la calma
Soleada varía.
Sonreído va el sol
Por la pared. ¡Gozosa
Materia en relación!
Y mientras, lo más alto
De un árbol —hoja a hoja
Soleándose, dándose,
Todo actual— me enamora.
Errante en el verdor
Un aroma presiento,
Que me regalará
Su calidad: lo ajeno,
Lo tan ajeno que es
Allá en sí mismo. Dádiva
De un mundo irremplazable:
Voy por él a mi alma.
VI
¡Oh perfección! Dependo
Del total más allá,
Dependo de las cosas.
Sin mí son y ya están
Proponiendo un volumen
Que ni soñó la mano,
Feliz de resolver
Una sorpresa en acto.
Dependo en alegría
De un cristal de balcón,
De ese lustre que ofrece
Lo ansiado a su raptor,
Y es de versa atmósfera
Diáfana de mañana,
Un alero, tejados,
Nubes allí, distancias.
Suena a orilla de abril
El gorjeo esparcido
Por entre los follajes
Frágiles. (Hay rocío.)
Pero el día al fin logra
Rotundidad humana
De edificio y refiere
Su fuerza a mi morada.
Así va concertando,
Trayendo lejanías,
Que al balcón por países
De tránsito deslizan.
Nunca separa el cielo.
Ese cielo de ahora
—Aire que yo respiro—
De planeta me colma.
¿Dónde extraviarse, dónde?
Mi centro es este punto:
Cualquiera. ¡Tan plenario
Siempre me aguarda el mundo!
Una tranquilidad
De afirmación constante
Guía a todos los seres,
Que entre tantos enlaces
Universales, presos
En la jornada eterna,
Bajo el sol quieren ser
Y a su querer se entregan
Fatalmente, dichosos
Con la tierra y el mar
De alzarse a lo infinito:
Un rayo de sol más.
Es la luz del primer
Vergel, y aun fulge aquí
Ante mi faz, sobre esa
Flor, en ese jardín.
Y con empuje henchido
De afluencias amantes
Se ahínca en el sagrado
Presente perdurable.
Toda la creación,
Que al despertarse un hombre
Lanza la soledad
A un tumulto de acordes.
jueves, 2 de diciembre de 2010
Texto 1
El balcón, los cristales,
Unos libros, la mesa.
¿Nada más esto? Sí,
Maravillas concretas.
Material jubiloso
Convierte en superficie
Manifiesta a sus átomos
Tristes, siempre invisibles.
Y por un filo escueto,
O el amor de una curva
de asa, la energía
De plenitud actúa.
¡Energía o su gloria!
En mi dominio luce
Sin escándalo dentro
De lo tan real, hoy lunes.
Y ágil, humildemente,
La materia apercibe
Gracia de Aparición:
Esto es cal, esto es mimbre.
Jorge Guillén
"Más allá", IV.
Cántico.
Este texto reproduce la parte IV del poema "Más allá", con el que se abre Cántico. Guillén exalta en sus versos la humilde realidad diaria, a través de la cual se manifiesta la plenitud del Universo. El escritor, sentado en su despacho de trabajo (la alusión a "unos libros, la mesa" -del verso 2- es muy significativa al respecto), contempla, en un día cualquiera ("hoy lunes" -verso 16-), la perfección que exhiben las pequeñas cosas que habitualmente le acompañan: "maravillas concretas" -verso 4- y "material jubiloso" -verso 5- son, en efecto, "El balcón, los cristales. / Unos libros, la mesa" -versos 1 y 2-; como también lo son el "filo escueto" -de los libros, verso 9- y la "curva / de asa" -de la taza de café, versos 10 y 11-, elementos cotidianos en los que "la energía / de plenitud actúa" -versos 11 y 12-; y como igualmente lo son hasta las más modestas realidades: las blancas paredes de su despacho y el sillón en el que se sienta: "esto es cal, esto es mimbre" -verso 20-. Y, lleno de júbilo, Guillén nos comunica su actitud entusiasta ante la perfección que revela todo lo creado. De ahí la exclamación admirativa del verso 13: "¡Energía o su gloria!"
El poema muestra el prodigioso dominio que Guillén tiene del léxico: al empleo de un léxico abstracto y, en cierto modo, intelectual ("material jubiloso", "superficie / manifiesta", "átomos / tristes, siempre invisibles", "la energía / de plenitud", "Gracia de Aparición") -lexico que refleja el convencimiento de Guillén de que no existe un lenguaje preconcebidamente poético-, se alía en este poema, como procedimiento expresivo más destacado, el uso de múltiples metonimias (filo escueto/libro, curva de asa/taza, cal/pared, mimbre/sillón>, que evidencian la extremada concisión de que hace gala Guillén. Esa economía expresiva afecta por igual a todos los planos lingüísticos, y no sólo al lexico-semántico, en el que hay que destacar, además, la moderación y sobriedad en el empleo de la adjetivación, así como la afortunada oposición jubiloso/tristes de la estrofa 2: "Material jubiloso / convierte en superficie / manifiesta a sus átomos / tristes, siempre invisibles".
Y si sencilla es la estructura métrica del poema -versos heptasílabos agrupados en cinco coplas, en cada una de las cuales riman en asonante los pares-, no lo es menos el tipo de sintaxis empleado, en la que se ha prescindido tanto de la coordinación como de la subordinación.
Pero más sorprendente aún si cabe resulta el rigor geométrico con que Guillén ha estructurado el contenido del poema: el escritor comienza y termina enumerando las cosas cotidianas -en un claro ejemplo de estilo nominal-; y, entre ambas enumeraciones, sitúa ese grito de entusiasmo ante el prodigio de la realidad de cada día: "¡Energía o su gloria!" (verso 13).
Y dado que el tipo de métrica empleado en este poema hay que vincularlo con la economía expresiva que es característica de la lengua poética de Guillén, nos parece conveniente efectuar un análisis métrico de dicho poema, siguiendo el método de Antonio Quilis (expuesto en su obra Métrica española, publicada por Seix Barral). En el texto reproducido a continuación se ha reflejado gráficamente la división silábica, la acentuación y las pausas. (Por su especial interés métrico, repárese expresamente en el verso 16).
Del análisis precedente podemos extraer las siguientes conclusiones:
1. Los versos son heptasílabos.
2. Todos llevan el acento estrófico sobre la sexta sílaba y, por tanto, son de ritmo yámbico.
3. Riman en asonante los pares y quedan libres los impares.
4. El texto es un poema poliestrófico, compuesto de cinco coplas.
El balcón, los cristales,
Unos libros, la mesa.
¿Nada más esto? Sí,
Maravillas concretas.
Material jubiloso
Convierte en superficie
Manifiesta a sus átomos
Tristes, siempre invisibles.
Y por un filo escueto,
O el amor de una curva
de asa, la energía
De plenitud actúa.
¡Energía o su gloria!
En mi dominio luce
Sin escándalo dentro
De lo tan real, hoy lunes.
Y ágil, humildemente,
La materia apercibe
Gracia de Aparición:
Esto es cal, esto es mimbre.
Jorge Guillén
"Más allá", IV.
Cántico.
Este texto reproduce la parte IV del poema "Más allá", con el que se abre Cántico. Guillén exalta en sus versos la humilde realidad diaria, a través de la cual se manifiesta la plenitud del Universo. El escritor, sentado en su despacho de trabajo (la alusión a "unos libros, la mesa" -del verso 2- es muy significativa al respecto), contempla, en un día cualquiera ("hoy lunes" -verso 16-), la perfección que exhiben las pequeñas cosas que habitualmente le acompañan: "maravillas concretas" -verso 4- y "material jubiloso" -verso 5- son, en efecto, "El balcón, los cristales. / Unos libros, la mesa" -versos 1 y 2-; como también lo son el "filo escueto" -de los libros, verso 9- y la "curva / de asa" -de la taza de café, versos 10 y 11-, elementos cotidianos en los que "la energía / de plenitud actúa" -versos 11 y 12-; y como igualmente lo son hasta las más modestas realidades: las blancas paredes de su despacho y el sillón en el que se sienta: "esto es cal, esto es mimbre" -verso 20-. Y, lleno de júbilo, Guillén nos comunica su actitud entusiasta ante la perfección que revela todo lo creado. De ahí la exclamación admirativa del verso 13: "¡Energía o su gloria!"
El poema muestra el prodigioso dominio que Guillén tiene del léxico: al empleo de un léxico abstracto y, en cierto modo, intelectual ("material jubiloso", "superficie / manifiesta", "átomos / tristes, siempre invisibles", "la energía / de plenitud", "Gracia de Aparición") -lexico que refleja el convencimiento de Guillén de que no existe un lenguaje preconcebidamente poético-, se alía en este poema, como procedimiento expresivo más destacado, el uso de múltiples metonimias (filo escueto/libro, curva de asa/taza, cal/pared, mimbre/sillón>, que evidencian la extremada concisión de que hace gala Guillén. Esa economía expresiva afecta por igual a todos los planos lingüísticos, y no sólo al lexico-semántico, en el que hay que destacar, además, la moderación y sobriedad en el empleo de la adjetivación, así como la afortunada oposición jubiloso/tristes de la estrofa 2: "Material jubiloso / convierte en superficie / manifiesta a sus átomos / tristes, siempre invisibles".
Y si sencilla es la estructura métrica del poema -versos heptasílabos agrupados en cinco coplas, en cada una de las cuales riman en asonante los pares-, no lo es menos el tipo de sintaxis empleado, en la que se ha prescindido tanto de la coordinación como de la subordinación.
Pero más sorprendente aún si cabe resulta el rigor geométrico con que Guillén ha estructurado el contenido del poema: el escritor comienza y termina enumerando las cosas cotidianas -en un claro ejemplo de estilo nominal-; y, entre ambas enumeraciones, sitúa ese grito de entusiasmo ante el prodigio de la realidad de cada día: "¡Energía o su gloria!" (verso 13).
Y dado que el tipo de métrica empleado en este poema hay que vincularlo con la economía expresiva que es característica de la lengua poética de Guillén, nos parece conveniente efectuar un análisis métrico de dicho poema, siguiendo el método de Antonio Quilis (expuesto en su obra Métrica española, publicada por Seix Barral). En el texto reproducido a continuación se ha reflejado gráficamente la división silábica, la acentuación y las pausas. (Por su especial interés métrico, repárese expresamente en el verso 16).
Del análisis precedente podemos extraer las siguientes conclusiones:
1. Los versos son heptasílabos.
2. Todos llevan el acento estrófico sobre la sexta sílaba y, por tanto, son de ritmo yámbico.
3. Riman en asonante los pares y quedan libres los impares.
4. El texto es un poema poliestrófico, compuesto de cinco coplas.
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